Las rivales


El triple episodio-piloto de la serie (1º de los excesos) se emitió entrada la temporada televisiva 1980-1. La familia protagonista, los CARRINGTON, también había amasado su incalculable fortuna en el negocio del petróleo, pero tenía su residencia fijada en DENVER, COLORADO: una lujosa mansión con más de 40 habitaciones, imposible de filmar completa, con una legión de sirvientes y multitud de instalaciones que dejaban el Rancho SOUTHFORK como una casa de muñecas. El patriarca BLAKE CARRINGTON era un magnate excesivamente VIOLENTO que se redimía de sus maldades inundando el apartamento de su secretaria y futura esposa KRYSTLE con ramos, ramilletes y adornos florales. La mencionada joven, que por cierto ya no era tan JOVEN, se llenaba de dudas y temores cuando reencontraba a su antiguo amante el geólogo MATTHEW BLAISDEL. Sin embargo, no tardaría en decidirse por el multimillonario CARRINGTON (MATTHEW acababa de ser expulsado de los campos asiáticos de BLAKE...). El primero de los temas, en torno al cual la serie giraría en sus comienzos, era un “original” triángulo cuyo vértice femenino carecía totalmente de PERSONALIDAD, en un afán de acercar la protagonista a la mujer media norteamericana (!?).



Este primer episodio relataba las peripecias que sufría la pobre KRYSTLE antes de pasar a formar parte de la “distinguida” familia CARRINGTON. En realidad, no era más que un ensayo de lo que acabaría siendo la serie: un escaparate a través del cual los americanos se adentraban en el superficial y materialista mundo de los ricos. Un mundo en el que abrigos, collares, caviar, automóviles último modelo y viajes a exóticos lugares de tarjeta postal, constituían la esencia de la vida. Todo esto aderezado con accidentes varios y violencia descontrolada, sin olvidar unos guiones que confundían la cultura con el ESNOBISMO y el melodrama con el terrorismo psicológico.



El intérprete de BLAKE, JOHN FORSYTHE, había conseguido cierta notoriedad a través de la TV, después de hacer numerosos papeles secundarios en el cine. Prestó su voz en los 70 al invisible jefe de LOS ANGELES DE CHARLIE, hasta que el productor de esta serie, AARON SPELLING, le ofreció el rol de BLAKE tras un frustado rodaje con la 1ª elección, GEORGE PEPPARD. Junto a BLAKE permanecería siempre su fiel esposa KRYSTLE, encarnada por una actriz entonces prácticamente desconocida para el gran público: LINDA EVANS, más famosa por haber sido una de las mujeres del actor y director JOHN DEREK que por sus cualidades interpretativas. Su naturalidad y una excesiva dulzura, unidas a un físico artificialmente impecable, la convirtieron en una de las figuras más cotizadas de la TV norteamericana. Por su parte, BO HOPKINS (MATTHEW BLAISDEL) tenía tras de sí una extensa filmografía en papeles más o menos violentos. HOPKINS abandonó la serie una vez finalizada la 1ª etapa por “diferencia de criterios” con SPELLING. Los demás miembros del reparto original fueron PAMELA SUE MARTIN, una notable actriz que fue la voraz FALLON durante 4 años; PAMELA BELLWOOD, que con su rol de CLAUDIA proporcionó algunos de los mejores momentos; el rubio AL CORLEY, un joven sin experiencia elegido por su imagen, ya que debía ser creíble como HOMOSEXUAL, en el papel de STEVEN.



JOHN JAMES, otro actor proveniente del mundo de la publicidad, se hizo cargo de JEFF COLBY, secundario en los primeros episodios pero que cobraría la importancia suficiente para protagonizar su propia serie. El veterano DALE ROBERTSON (WALTER), WAYNE NORTHROP (el chófer MICHAEL) y la joven KATY KURTZMAN (LINDSAY) completaban el reparto. Posteriormente se incorporaron otros como GORDON THOMSON (ADAM), KATHLEEN BELLER (KIRBY), MICHAEL NADER (DEX), JACK COLEMAN (el 2º STEVEN), CATHERINE OXENBERG (AMANDA), TED McGINLEY (CLAY) o CHRISTOPHER CAZENOVE (BEN), en papeles relevantes pero sin alcanzar el protagonismo de JOAN COLLINS, ALEXIS en la serie.



La enigmática llegada de ALEXIS fue el punto y aparte de la 1ª temporada. En la siguiente se desveló la IDENTIDAD de su intérprete: la mediocre pero aún seductora actriz británica JOAN COLLINS, que obtendría en su papel de malvada tanta popularidad como LARRY HAGMAN. Ella encabezó una larga lista de actores casi olvidados que verían reavivada su carrera gracias a papeles más o menos extensos. Los nombres más relevantes fueron JAMES FARENTINO (NICK), HELMUT BERGER (PETER), DIAHANN CARROLL (DOMINIQUE), ALI McGRAW (ASHLEY) y, por encima de todos, el único que formó parte del star system de HOLLYWOOD: ROCK HUDSON (DANIEL), cuya intervención se convertiría en la más publicitada de los últimos años por trágicos motivos.



Además de estas estrellas invitadas, los productores no dudaron en contratar a jóvenes cuyo talento dejaba mucho que desear, en parte porque eran elegidos por su parecido físico con alguno de los protagonistas, en parte porque la mayoría de ellos provenían de la publicidad. Inexpresivos, asépticos e ineficaces, representaban al WASP, en el caso de ellos; artificiales bellezas con tanto calor humano como un maniquí (vestido por el mejor modista, claro) en el caso de ellas.



Hijos secretos, falsos incestos, secuestros infantiles, enfermedades pasajeras, juicios escandalosos, todo tipo de recursos melodramáticos entrelazados formando una farsa grotesca interpretada por individuos cuyo comportamiento distaba mucho de ser creíble. Incluso los actores de la serie se dieron cuenta del peligro que suponía encarnar a estos personajes. De los 12 protagonistas de DINASTÍA en su 1ª etapa, tan sólo 2 llegaron a su final, FORSYTHE y JAMES. Los demás personajes, o bien desaparecieron mediante retorcidos accidentes o bien adoptaron el rostro de otros actores, al estilo DALLAS o mediante cirugía estética. DINASTÍA llegó a su último episodio en 1989 tras un radical recorte de presupuesto que obligó a dosificar las apariciones de su 1ª figura, la COLLINS, y tras una serie de cambios desesperados en sus guiones para intentar retener al público, que, según la Cadena ABC, fue quien modificó sus gustos con el tiempo. El brusco final, lleno de cabos sueltos, provocó un alud de protestas, incluidas las de su reparto, y finalmente se emitió una miniserie de reunión, un par de años más tarde, que daría un final feliz y convencional a la serie.



A FAVOR DE LA SERIE

¡¡Oh Dinastia!! Joyas, perfumes, trajes de seda, mansiones grandiosas, mujeres bellas y hombres atractivos. Nuestra Dinastía marco toda una época y más en la forma de vestir, así como la marcó Amanda de Melrose Place y su peinado, en los 90. El diseñador Miller le dio una personalidad a Dinastía que ni Dallas ni Falcon Crest transmitieron. Parte del carisma de Dinastía consistía en su vestuario, pero como en todas las cosas tuvo una epoca gris y oscura. Esa época fueron las dos primeras temporadas, el vestuario dejaba mucho que desear, se inspiraron demasiado en Dallas.

La Krystle parecia una beach-girl retirada y la Alexis una domadora de leones recien levantada, estaban horribles. Al cabo del tiempo se percataron los jefes de que tenían que distinguir a Dinastía de Dallas y una de las formas fue el vestuario. Fue todo un éxito, el estilo de Dinastía se trasladó a la calle y tanto Dallas como Falcon Crest no fueron mas que unas imitadoras en este aspecto (Maggie con el tiempo recordaba cada día más a Kristle, tanto por su peinado como por su vestuario, y Pam de Dallas lo mismo, salvo que era morena). O sea que Dinastía marcó muchos conceptos nuevos en la epoca. Está claro que Dallas fue la pionera pero Dinastía la superó en carisma y glamour, tuvo una personalidad muy diferente a su competidora y una de las cosas que contribuyó a ello fue el diseño de vestuario.

Raúl Cardà, en un artículo publicado en el Grupo de Yahoo "CHARLA ENSERIE".



¿Por qué me gustaba DINASTIA? Retrocedamos a los 80...

En España, habíamos disfrutado con Dallas mientras TVE nos dejó, es decir, hasta el final de la 2ª temporada, el famoso disparo contra J.R. Fue en ese preciso momento, el más recordado de la serie (y de la historia de la televisión), el que disparó (valga la redundancia) la fiebre por Dallas en todo el mundo y llevó su éxito a límites insospechados. El momento elegido por los entonces directivos de TVE para dejarnos con la miel en los labios... Desde luego, viéndolo desde los tiempos en que las cadenas españolas hacen lo impensable para competir por la mayor audiencia con sus rivales, cuesta de creer que retirasen una, si no LA SERIE, de mayor éxito en ese momento. Pero claro, aun no teníamos las privadas. Dallas nos abrió las puertas a un mundo que solo conocíamos por la revista HOLA, el de los ricos, que tenían dinero para comprarlo todo: coches, mansiones, trajes, joyas, y que organizaban fastuosas fiestas. Acompañado de las pasiones, amores y odios que enganchan a cualquiera en cualquier época... Fue en aquellos momentos, en que ya no veíamos Dallas, ni parecía que volviésemos a verla, cuando TVE nos sorprendió emitiendo una serie de parecidas características: DINASTIA.

Comparándolas ahora podemos comprender el poder de atracción de Dinastía, Dallas nos mostraba la vida de unos ricos con unas vidas terriblemente complicadas y llenas de situaciones límite, pero para ser sinceros, lo único que tenían de ricos es que por muy petroleros que fuesen, tenían 2 o 3 coches (nada del otro mundo, un par de Mercedes y un horrible Wagon que conducía Sue Ellen, aunque luego Pam y Lucy también tuvieron sus deportivos), pero ninguno de los Ewing vestían espectacularmente, ni viajaban por el mundo, y sus fiestas eran demasiado campesinas. Lo cierto es que poco o nada tenían que ver con la vida de los ricos de la Marbella de Gunilla (por poner una referencia de la época) que veíamos en las revistas.

Pero Dinastía, mostró desde el primer momento una vida de millonarios del petróleo más parecida a la realidad, mansiones de 48 habitaciones en lugar de ranchos que tenían muchas hectáreas de campos pero no parecían tener mas de 5 habitaciones, limusinas para ir a trabajar conducidas por un chofer, aviones privados en lugar de helicópteros, fiestas cargadas de comida y flores donde los hombres vestían de etiqueta y las mujeres mostraban sus exclusivos vestidos y joyas en lugar de barbacoas donde ellos vestían como cowboys y ellas con vestidos comprados en “El Corte Inglés” de Dallas (“The Store” para mayor exactitud), viajes en avión privado a Europa, o incluso a un estado próximo solo para invitar a cenar a la novia en lugar de viajes en coche sin salir de Texas...

En fin, un mundo mucho más acorde con los ingresos de sus protagonistas y con unas vidas incluso terriblemente más complicadas y llenas de situaciones límite que los de Dallas... Y ya se que muchos me dirán, que Dallas contaba esas vidas con mejores guiones e historias, y ahí no voy a discutir nada, porque es cierto, pero yo no diría que fue la primera serie en contarnos esas cosas (si la primera en hacerlo en prime time) y que tanto Dinastía, como Flamingo Road o Falcon Crest, se limitaran a copiarlas. Las Soap Operas existían en EE.UU., desde décadas antes y los ingredientes siempre habían sido los mismos: bodas, triángulos amorosos, hijos perdidos, abortos, ambiciones y venganzas, adulterios, alcoholismo, etc...

La originalidad principal de Dallas fue ser la primera en hacerlo muy bien, con un presupuesto mayor y en prime-time, el éxito que cosechó dio pie a que otras cadenas quisieran parte del pastel, pero decir que Dallas fue la original y todas las demás le copiaron o clonaron es como decir que porque la Guerra de las Galaxias revolucionó el cine con sus efectos especiales innovadores, todas las películas que se han hecho desde entonces utilizando esos medios son copias o que cualquier fantasía ambientada en una galaxia lejana es un clon. Nadie puede quitarle el merito a Dallas de ser la primera, pero cada una de las series que le siguieron la estela, supo desarrollar su propio estilo y no debieron hacerlo tan mal, porque Dallas fue adaptando lo bueno de las demás y por eso vimos a Pam viajando a Hong Kong o a J.R a Cuba, a los Ewing celebrando el Baile Anual de los Petroleros donde ellos vestían esmokin y ellas vestidos de Travilla.

Yo personalmente, sigo disfrutando viendo cualquiera de ellas, aunque siempre tendré a Dinastía en un lugar especial, porque era una montaña rusa de emociones. Especialmente, en una época en que pongas la cadena que pongas solo ves a un montón de pelagatos que se han hecho famosos en "reality shows", inventándose semana sí y semana también cualquier estúpida pelea o suicidio o desengaño amoroso, para que les inviten a los cientos de programas de las diferentes cadenas y seguir retroalimentando su fama, o famosos (cantantes, actores o esposo/as de famosos) que como no viven ya de su “talento” necesitan escándalos para que sigan hablando de ellos, y llenar páginas y páginas couché, o programas y programas de cualquier cadena. Para ver los suicidios, adulterios, bodas, divorcios, drogadicciones o traiciones de esta gente, prefiero la glamurosa vida de los Carrington, la emocionante vida de los Ewing o la siempre divertida vida de los Channing.

Emilio JULIAN, alias EJ Carrington, en rigurosa exclusiva para MUNDO DALLAS